Llevamos una temporada muy dura,
complicada, difícil. Una temporada rara, y que no nos esperábamos en el fondo
tener que vivir algún día. Los acontecimientos se han ido desencadenando uno
tras otro, en una espiral que parecía no tener fin. No podíamos ir a peor, se
nos pasaba por la cabeza en algunos momentos de un pesimismo tan extremo, había
que agarrarse a cualquier clavo.
Pero el fútbol, como deporte que es,
no me permitiría escribir algo pesimista. Porque como en un partido, por muy
mal que se pongan las cosas, hasta que no acaba el último segundo del último
minuto, hasta que el árbitro no pita definitivamente el final, nada está
escrito. Y aunque esta idea bien se podría trasladar a toda una temporada, es
nuestro caso exacto, el partido. Porque después de tantas y tantas decepciones,
alguna que otra alegría, y desilusiones, quedan 90 minutos para sufrir y sobre
todo para disfrutar. Sí, disfrutar. Porque llevamos escuchando meses (y no sin
razón) eso de “ahora más que nunca hay que apoyar a los jugadores”, y lo hemos
hecho. Pero el momento es AHORA, el domingo, antes (en el recibimiento a los
jugadores y los momentos previos al encuentro), durante y, pase lo que pase
tras el partido. De nada sirve el “bastante he aguantado toda la temporada” o
“ya estuve en tal sitio o hice tal cosa por el equipo”. Todo eso está muy bien,
porque seguramente sin el esfuerzo de todos no estaríamos ahora como estamos,
dependiendo de nosotros mismos para conseguir el objetivo. Pero como digo, sólo
quedan 90 minutos más, ahora ya no podemos rendirnos. Los jugadores, cuerpo
técnico, empleados y directiva nos necesitan, en el Cartagonova deben sentir
nuestro aliento. Ese calor que transmitimos en Córdoba, en Jaén y en tantos
otros partidos fuera y en casa. Porque pese a jugarnos lo que nos jugamos
siempre estuvimos, estamos y estaremos ahí, hasta el final. Sé que se puede,
que no hemos llegado hasta aquí para bajar los brazos en la orilla, que si no
nos hemos hundido cuando peor estaban las cosas, no podemos hacerlo ahora. Por
una vez nos merecemos un final bonito, alegre y que ya nos toca vivir. Para que
en un futuro, aunque lo pasamos mal, podamos decir “Sufrimos mucho aquel 17 de
mayo (si es que se llega a jugar) pero lo logramos con el cariño e ilusión de aquella
afición que jamás, por muy mal que se llegó a poner todo, se rindió”. Porque no
es un partido de Champions, ni de Copa del Rey, ni siquiera de ascenso, pero,
¿sabéis qué? Es un partido en el que nos lo jugamos todo. Quizá, el más
importante de la historia, de nuestra historia, y todos debemos contribuir para
contarla.
¡EFESÉ!
Ana Barcelona
Espín
@Ana_Alonso20_
Abonada del FC
Cartagena